Barbastro: Siglos de Pasión por el Olivo y el Aceite

En el corazón del Somontano de Barbastro late una tradición olivarera que hunde sus raíces en la antigüedad mediterránea. Fenicios, romanos y andalusíes dejaron aquí los primeros vestigios de molinos y almazaras, y ya en la Edad Media las tierras calizas de la comarca albergaban plantaciones dedicadas a la extracción de aceite.

Durante el siglo XVIII el olivo dejó de ser apenas un cultivo marginal para convertirse en pilar económico: a finales del XVIII y principios del XIX, los pequeños propietarios se unían de modo informal para compartir prensas y conocimientos, gestando de hecho los primeros modelos de gestión colectiva. Esa comunión de intereses perduró tras la Guerra de Sucesión y la desamortización, cuando explotaciones privadas mantuvieron vivo el espíritu de cooperación en el reparto y molturación del aceite.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la adopción de formas organizativas más sólidas dio lugar a las primeras almazaras comunales. Hoy siguen activas ocho de ellas –cuatro privadas y cuatro de servicio mutuo– testimonio vivo de una experiencia centenaria en gestión y elaboración.

Con las leyes agrarias de principios del siglo XX se formalizaron las cooperativas, como San Antonio y Unión de Salas Altas, que impulsaron la modernización de la extracción y la comercialización conjunta, elevando la calidad del aceite de Barbastro al nivel de los mejores del Mediterráneo.

En 1930, la superficie de olivar superaba las 10.000 hectáreas, con un peso económico tres veces superior al de los cereales. Hoy, gracias a la herencia de conocimientos milenarios y al empuje de nuevas generaciones, el aceite de Barbastro sigue brillando en los paladares más exigentes, ofreciendo un sabor que lleva siglos madurando bajo el sol del Somontano.

En resumen, aunque no se dispone de documentación específica sobre sindicatos agrícolas dedicados al olivo en Barbastro desde 1700, la región tiene una larga historia en el cultivo del olivo y la producción de aceite, que se remonta a tiempos romanos y continuó durante la época musulmana y medieval.

Siempre en vanguardia en la producción de aceite de oliva virgen extra, en 1982 fuimos pioneros en nuestra comarca en la implantación del sistema continuo de fabricación, es decir, por centrifugación, consiguiendo con este nuevo sistema una mayor calidad en nuestros aceites y una mayor producción.

Somos el fruto de nuestro esfuerzo

La suma de nuestros esfuerzos es uno de los pilares que representan nuestros valores y, por ello, seguimos siendo más de 800 agricultores del Somontano, herederos de una tradición de siglos en la elaboración de aceite de oliva, con una larga trayectoria en el cultivo y el cuidado de las oliveras.

Pocas almazaras continúan su actividad en el Somontano, y la Cooperativa del Campo San Antonio es una de ellas. Gracias al esfuerzo, la experiencia y el compromiso de nuestros agricultores, hemos podido mejorar nuestras instalaciones en los últimos años y ahora contamos con un sistema continuo de extracción que se traduce en grandes ventajas en los procesos y en los resultados.

Nuestra apuesta por la innovación, en contraposición a la utilización del tradicional sistema de prensa, ha hecho posible que aumentemos nuestra capacidad de trabajo, que podamos mantener nuestras instalaciones en perfectas condiciones de higiene y que hayamos conseguido obtener un producto de máxima calidad y así posicionarnos como un referente en el mercado.